Un cambio en las ideas. 

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         Hace unos 300 años, en la Europa del siglo 18 surgió una corriente filosófica y cultural, conocida como ilustración. Los intelectuales de esta corriente sostenían que el mundo podía conocerse y explicase por la razón, por el pensamiento. También consideraban que la razón debe servir para buscar la mejor forma de organizar y gobernar la sociedad, y por ello sus ideas influyeron en la política de su época.

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          Los miembros de la Ilustración se oponen al absolutismo, es decir, el poder absoluto que ejercían los reyes en ese tiempo.  Sostenían, en cambio, la idea de la soberanía popular, según la cual el poder reside en el pueblo, y es el pueblo el que delega ese poder a los gobernantes. Los Reyes y las autoridades deben gobernar en nombre del pueblo y en beneficio de todos sus integrantes. Si el rey no cumple con esta obligación, el pueblo tiene derecho a destronarlo, incluso por la fuerza.

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         Para evitar el absolutismo, estos pensadores proponían la división de los poderes del Estado en ejecutivo, legislativo y judicial, cada uno de ellos en manos de distintas autoridades.

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        En lo que se refiere a la economía, consideraban que los pueblos debían comerciar libremente, por lo que defendían el liberalismo.

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          Este conjunto de ideas era muy novedoso para la época, Ya que iba en contra del orden colonial que existía en América. Las ideas de que los pueblos deben elegir a sus gobernantes y de que pueden comerciar libremente con otras naciones cuestionaban el dominio de las metrópolis europeas sobre sus colonias y el comercio del monopolio comercial.